Los alumnos de 4º curso de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Córdoba, han desarrollado durante el primer cuatrimestre, una actividad académicamente dirigida por Rafael Moreno Rojas (secretario de CGA) sumamente interesante, consistente en encuestar a escolares de entre 12 y 16 años sobre algunos de sus hábitos alimentarios.

El trabajo, que no ha sido fácil, ha requerido desde conseguir los permisos de la delegación de educación, de los 18 institutos en los que se tenía que realizar la encuesta y el consentimiento informado de los padres de los menores. Los institutos se eligieron aleatoriamente entre los 5 grupos de estratos sociales objeto de estudio, y a pesar de tener que sustituir a 6 de ellos, por no querer colaborar con el estudio, conseguimos una participación adecuada.

Los alumnos de la asignatura Nutrición Aplicada, desde inicio del curso tenían distribuidos diferentes roles, desde un coordinador y una auditora, responsables por cada colegio y uno general, la estadísticas, la búsqueda bibliográfica, elaboración de la encuesta on-line, etc. De tal forma, que prácticamente todos los alumnos tenían una responsabilidad y una interdependencia entre ellos, bien de forma horizontal (entre iguales) o vertical (de jefes a subordinados). Si bien todos ellos tenían también su cuota de encuestas que debían realizar. El trabajo se realizaba en buena parte de forma secuencial, por lo que el retraso de uno, podía suponer el del resto de los que tenían que desarrollarlo posteriormente.

Fotos del evento
Fotos del evento

Finalmente, el pasado 19 de diciembre, todos ellos expusieron tanto el trabajo que habían realizado, indicando las dificultades encontradas y algunos datos de las encuestas que habían desarrollado.

El grupo ha funcionado como un reloj de precisión y han conseguido ajustarse plenamente al cronograma planificado y completar su trabajo. Obviamente, hay figuras destacadas en su labor, como la del coordinador: Javier Martínez Castro, la auditora: Ana García García, la coordinadora de colegios: Victoria Espino Durán, sin desmerecer otros de los más esforzados como el compilador de datos: Álvaro Pedregosa Cabrero; sin menospreciar a muchos otros, como estadísticas, fotografías de raciones, búsqueda de datos nutricionales, o los elaboradores del documento final, como es el caso de la discusión Paloma Durán Carrizosa.

Este tipo de experiencias las abordamos con alumnos de último curso, para que puedan practicar los roles de interdependencia que muy pronto desarrollarán en sus puestos de trabajo, bien entre miembros de un mismo equipo, con sus jerarquías correspondientes;  las que existen entre diferentes departamentos de una empresa o institución; obviamente en la cadena de mando que exista; y por supuesto con los agentes de control externo.

En cuanto a los resultados obtenidos, por primera vamos a exponerlos en exclusiva por este medio, porque creemos importante que todos nos concienciemos un poco de la alimentación que están teniendo nuestros jóvenes, en esa edad tan complicada de la pubertad, que marcará su carácter pero sobre todo, también puede marcar su consumo como adultos.

La encuesta, que se ha administrado personalmente (previo entrenamiento de los entrevistadores) pero sobre un formulario que permitía recoger la información on-line, se les ha hecho a un total de 869 estudiantes de ESO de 18 institutos/colegios, tanto públicos como privados, con una distribución por cursos y sexos que se recoge en la siguiente tabla.

Curso

Hombre

Mujer

Total

1ºE.S.O.

106

136

242

2ºE.S.O.

100

119

219

3ºE.S.O.

106

121

227

4ºE.S.O.

95

86

181

Total

407

462

869

Las proporciones se ajustan bien a la pirámide demográfica del  grupo de población objeto de investigación.

El estudio tiene tres partes bien diferenciadas, pero que pretendemos relacionar:

Dada la gran cantidad de datos obtenidos, he pensado fraccionarla en tres entregas, correspondientes a cada una de esas tres partes, por lo que en esta ocasión abordaremos la adherencia a la dieta mediterránea. Para ello se ha empleado la encuesta más ampliamente usada en todo el mundo para evaluar dicha adherencia en niños y jóvenes, la encuesta Kidmed diseñada para el estudio enKid, por Serra Majem y col (2003).

El cuestionario Kidmed consta de 16 preguntas que se puntúan con un punto, cero, o menos un punto, en función de la incidencia positiva o negativa sobre la adhesión a la dieta mediterránea. Con la suma de las puntuaciones a las preguntas, se clasifica el grado de adherencia en «Dieta óptima»: >7 puntos; «Dieta Mejorable»: 4-7 puntos: «Dieta Pobre»: <4 puntos.

En nuestro estudio, como se puede comprobar en el gráfico siguiente, sólo un 10% de los jóvenes encuestados presentan una dieta pobre, siendo lo más frecuente (57%) una dieta mejorable, y tan sólo el 33% una dieta optima.

Estos datos a priori no son muy alarmantes, pero pueden serlo, si observamos la distribución de los mismos, en los diferentes estratos sociales estudiados que corresponden a la ubicación de los centros escolares:

Cómo podemos observar el porcentaje de dieta óptima disminuye a la vez que lo hace el estrato social, pero simultáneamente se incrementa el porcentaje de dieta pobre.

Estos es bastante paradójico, pues teóricamente la dieta mediterránea ha sido siempre el patrón alimentario de las clases más desfavorecidas, pero actualmente son éstas las que más se alejan del mismo.

Evaluamos también la incidencia de otros factores como el sexo, la edad y las reservas grasas de los individuos, sin que estos factores resulten diferenciadores en cuanto a la adherencia a la dieta mediterránea.

Pero también hemos podido comprobar en cuales de las 16 preguntas se producen mayores variaciones en puntuaciones entre los estratos sociales, que como se puede apreciar en la siguiente figura es precisamente en los elementos calificados como negativos (que alejan) de la dieta mediterránea, concretamente el consumo de dulces y golosinas, frecuencia de visitas a fast-food, consumo de bollería industria, y el porcentaje de jóvenes que no desayunan.

No obstante, se puede apreciar como los estratos sociales más altos son los que con más frecuencia consume una segunda fruta o verdura diaria, consumen más pescado o menos pastas. Aunque curiosamente el estrato medio-alto tiene mejores comportamientos en muchas preguntas y obtiene mejores resultados que el alto.

Estos desajustes alimentarios entre estratos sociales, son sólo la punta del iceberg en relación a refrescos y snacks salados, cuyos datos iré desvelando en los próximos días.

Todo ello parece indicar, que hace falta una mayor atención a la formación nutricional de estos colectivos menos favorecidos, tanto de los jóvenes encuestados, como de sus padres, pues aún se encuentran en edades en la que la impronta familiar puede disminuir la incidencia que estos malos hábitos alimentarios, los cuales pueden tener graves repercusiones sobre la salud de esta joven población.

Continuará…

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